Detrás de una copa de vino: Riedel

El vino es el compañero perfecto para cualquier ocasión, y no hay nada más cautivante que beberlo en lacristalería adecuada, que por sus cualidades sea impecable. Finalmente, una copa excelente es lo mínimo que se merece un buen vino que llegó a nuestra mesa, después de que sus uvas se enfrentaran a sequías y calores, a vientos y estrés, y a selecciones de calidad rigurosas.
Las copas Riedel forman la cristalería única en el mundo diseñadas para cada tipo de uva. Su impecable cristal transparente y formas especiales brindan una percepción real de las cualidades de los vinos, sin interferencias ante los sentidos.
Las copas Riedel son hermosas por su diseño y su delicadeza, pero también son instrumentos imprescindibles para la correcta apreciación de las cualidades del vino, pues como lo ha demostrado esta familia austriaca, beber vino en un vaso o en una copa incorrecta altera la percepción del mismo, arruinando hasta al mejor vino. Es que tomar vino no es dejar que sus embriagadores efectos corran por el cuerpo, en realidad, es un acto de compartir las cualidades incomparables de esta bebida, que a lo largo de la historia ha adquirido tintes de divinidad, además, es el medio ideal para afianzar amistades o entablar nuevas en compañía de una buena conversación.
La transparente elegancia y los diseños delicados y lisos de Riedel, permiten admirar los tonos rojos, violáceos, dorados o verdes del vino. Su particularidad radica en que sus formas, diseñadas específicamente para cada tipo de uva, dirigen el vino a la correcta zona de sabor de la lengua, estimulando receptores gustativos específicos.

Detrás de cada copa, hay años de investigaciones sobre el vino y la anatomía de la cabeza y de los receptores del sabor dulce, salado, amargo y ácido. Dependiendo de la forma de la copa, la cabeza se inclinará en diferente medida, los labios se posicionarán y la lengua será bañada con el vino en zonas receptivas diferentes. Así es como el arte de beber involucra a todos los sentidos demás, desde la mirada, el tacto, el sabor y el olfato, y el oído, pues el cristal fino emite un sonido muy especial. Las copas nunca se llenan hasta el borde, porque además de que hacerlo las despoja de su elegancia, cada copa está diseñada para retener los aromas en el espacio que queda vacío, permitiendo que la nariz los disfrute cada vez que se lleva la copa a los labios.
Pero en Riedel no todo son copas, también hay hermosos decantadores para oxigenar al vino y transformar el acto de beberlo en un momento de buen gusto. Al decantar, inicia el proceso de seducción en el que el vino coquetea con sus tonos rojos y destellos morados, permite que aflore el bouquet elegante y expresión frutal, y además es importante para que no quede ningún rastro de sedimento que robe protagonismo al vino cuando se sirva en la copa.
Con más de 250 años investigando y demostrando cómo el aroma y sabor del vino son determinados por la forma de la copa en la que se consume, en Riedel son pioneros en sentar las bases para la producción de copas funcionales y bellas, creadas de acuerdo al principio de diseño de la Bauhaus: la función determina la forma.
